Personas que nunca olvidaré

12:24 Unknown 0 Comments

He dejado este blog casi abandonado.
Por lo que he decidido volver a retomar con la escritura. No había tenido tiempo, si me conectaba, era para abrir algún mail de la facultad, hacer un trabajo práctico o mirar algún capítulo de The Walking Dead. Sí, yo había mencionado que le tenía fobia a los zombies ¿No?, la cuestión es que me enganché con la tercera temporada, y como no había visto ni la primera ni la segunda, decidí actualizarme, y comenzar con otro ítem que se suma a mi lista de adicciones.
Además de que la serie esta recontra genial, el que esta re contra bueno es Daryl Dixon, Oh por Dios!, Sí, lo reconozco, miro la serie sólo por él, y últimamente Norman Reedus, es decir, el actor, ha estado disputando el puesto número dos con Tom Hanks, de la lista de mis Amores Amorosos Actorales, y me parece que lo ha derrotado orgullosamente. Me doy cuenta ya que estoy obsesionada con ver todas las películas en las que él ha trabajado. Hoy, por ejemplo, a las 2:30 Am, que en realidad ya sería domingo, van a dar en el Cinecanal, Pandorum.  
En fin, no nos vayamos por las ramas, y empecemos con este post.
Cómo bien lo dice el título, y se darán cuenta, voy a hablarles de las personas que nunca voy a olvidar. Pero no en el sentido de
-Oh querido! Nunca te olvidaré!
-Ni yo a ti, Lele…
 
 
 
No no no, nada de personas que marcaron mi vida, sino, de esas personas que las ví sólo una vez, y quedaron para siempre en un rinconcito de mis recuerdos.
Una de esas personas, es una viejita de San Lorenzo. Con Solana, amiga desde 4to Grado, salimos a dar una vuelta, y encontramos mirando la vidriera de una casa de electrodomésticos, a Romina (Si digo Paragua, los de San Lorenzo se darán cuenta quién es) y su novio (El cuál yo siempre estuve segura que era gay) Pablo. Le preguntamos que hacían, y nos dijeron que se pensaban casar. Wow, la madurez que habían alcanzado por tener solo trece, catorce años, -Romina era repetidora- era admirable y envidiable. Bueh, felicitarla no fue exactamente lo que hicimos, nos unimos a su juego, y en son de broma  le preguntamos que era lo que querían comprar. –UnA microondas- Contestó Pablito. Las carcajadas no se hicieron esperar. Ustedes, queridos lectores, dirán “Que pendejas malvadas!”, y yo les digo, No me arrepiento, no no, no era Bullyng, ni era burla, Romina simplemente se prestaba para eso! Hacía crecer la bronca en mi interior, Me llamaba a las doce de la madrugada para ver si le iba a cambiar una lapicera de color, se invitaba sola a mi casa, nos cambiaba cualquier papel de carta, tal es así, que a mi indefensa hermanita, que en aquél entonces tenía unos 4, o menos, le cambió uno de Minnie, por uno de Mambrú, DE MAMBRU!. EN fin, la cuestión es que estábamos por cruzar, y una señora me pregunta si la ayudaría a cruzar la calle, le digo que sí, y mientras los otros tres cruzan delante de mí, yo voy con la viejita.
La boludona de Romina, y su novio, se empezaron  burlar, y la pobre señora, me dice
-Andá nena, así no se burlan tus amiguitos.
Já, amiguitos, los tarados se reían e hicieron que la señora no quiera que la acompañe unas cuadras más. Sí, recién de grande pude entender la gravedad e lo que había hecho, me importó más lo que pensaban, que ayudar a una señora.
El recuerdo me quedó grabado tan fuerte, que recién pude sacarme la culpa este verano, en Buenos Aires, cuándo una señora me preguntó si podía ayudarla a cruzar, y esta vez lo hice sin problema alguno, ni vergüenza. Esta bien, nadie había ahí para burlarse, y yo ya soy más grande, pero no importa, lo que cuenta es que lo hice, y ahora no tengo la culpa de haber dejado que esa viejita camine sola.
Otra persona, es aquél hermano afro americano del hostel de la calle Juan B. Justo, que con unos auriculares Freaks verdes flúor, bailaba en el balcón, con un ritmo techno electro, sin importar que los transeúntes, los conductores, o pasajeros del transporte público, como yo, se quedarán mirándolo. Me lo quedé mirando, no sólo porque bailaba ahí, sin importarle nada, sino también, por la audacia de mostrarse al mundo, y de expresar lo que sentía en ese momento. No importaba que estuviera sólo, y a plena luz del día, el tipo quería bailar, y lo hacía. Ahí, aprendí que tenemos una virtud incomparable, y envidiable, llamada Libertad. Somos libres de expresarnos, y de vivir. Ese tipo me marcó por eso, por que en sus pasos se notaba las ganas de vivir que tenía, la libertad de la cuál era dueño, y la facilidad de expresarse que tenía, sin importarle nada.
La siguiente de la lista, es una simpática señora a quién encontré en la parada del 112, yendo a la facultad hará un par de meses. Me preguntó si había pasado el 121, le comenté que no, y comenzamos una charla relacionada sobre la política, la gente, y su casa. Era una señora que vivía sola, había, años atrás, formado una pareja, y una vecina se lo quitó. Esta vecina, era bruja, y según la señora, le robaba hasta los sueños. Me contó, que esta bruja, le había hecho una denuncia por abusar de niñas, denuncia que quedó en el aire, al ser una burda mentira. Me contó que le había arruinado los negocios, y que trabajaba no recuerdo en dónde, pero que por cuestiones de la burocracia había quedado afuera. Me comentó también, que le había escrito una carta a la Cristina, opinando sobre la educación y la delincuencia, carta que respondió la municipalidad de no sé dónde, citándola, y cuestionándole el porque de tal agresiva carta. Ella se defendió diciendo que no criticaba su gobierno, ni que en ningún momento quiso se agresiva, sino que tenía algunas ideas sobre la educación de hoy día. Y ahí me preguntó si sabía algo de política, le dije que sí, que estudiaba eso, y pronunció una frase que me quedará grabada para siempre
“Entonces me fuiste mandada por Dios”

Me reí, y me dijo que hoy día, el gobierno, y el país necesitaba mujeres como Evita, con esos ovarios que la rubia bella tenía. Mi colectivo, de hecho, había pasado ya dos veces, sólo me quedé ahí, para darle el gusto a la seora de hablar, y de escucharla. Aprendí, que a los viejitos, no se les debe contradecir, ya vivieron tantos años, que lo único que desea es que se los escuche, y no discutir. Le dí ese gusto, y me dí el placer de escuchar esa frase que me marcó bastante. Siempre supe que había venido a este mundo por algo, ese día me convencí, y renovó mis ganas de estudiar esa carrera. Llegó el colectivo de la señora, se subió, y la saludé…Nunca más me la crucé.
Siguiendo con el tema, la siguiente persona no es una mujer, ni tampoco un señor mayor, es un muchacho, un par de años más que yo. Subí al colectivo, para ir al centro, y ya no había asientos, ni tampoco mucha gente parada. Caminé hasta lo último, cosa de que si se llenaba, no tuviera que renegar  para bajar. Me quedé parada al lado de este chico. No estaba cargada de bolsos, ni con cara de cansada…No iba a la facultad, iba al dentista, por lo que no era necesario sentarme, iba allegar en poco tiempo. Este chico, sin obligación alguna ya que no era una siento reservado, se levantó, me miró, y extendió la mano al mejor estilo Casanova, o medieval, ofreciéndome el asiento. Me han ofrecido el asiento, pero nunca de esa forma, al momento en que lo hizo, me lo imaginé vestido de caballero. Parecía salido de otra época. Acepté, y con una sonrisa le dije gracias, no iba a rechazar la oferta, ya que lo hizo con tanta educación que sencillamente me compró. Me bajé ante que él, y se fue en el 122.
Y después hay otras personas, están las viejas mala onda de las tiendas de ropa, o kioscos, con las que me he peleado, otras tantas buena onda que me han caído bien, pero no son tan importantes como las que acabo de mencionar.
Que loco ¿No?. EN el mundo hay millones de personas que no conocemos, y cómo puede ser que en unos minutos que te encontrás con una de ellas, te queda grabado durante años en la cabeza, difícilmente de olvidar. Pero esta bueno, porque si te las encontraste es por algo.
¿Vos tenés personas que nunca vas a olvidar? Yo creo que todos las tenemos, por el mas mínimo acto que hayan hecho, por el mas corto tiempo que las hayamos visto, siempre va a haber una persona que se quede rondando en nuestra cabeza durante toda nuestra vida, y que quizás cuándo al recordemos, nos ríamos, o simplemente nos haga sonreír.
Nos estamos leyendo pronto.
Que la vida les sonría siempre

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